La de todos

Inmaculada era su nombre, usaba pocas palabras, no se complicaba, no discutía, soportaba doce, quince, veinte horas seguidas y se prendía fuego en el cabello, para contrarrestar el de su cuerpo.
No caminaba, se deslizaba por la calles, esperando al próximo, comiendo aire, para matar el hambre. Sudaba en el verano y la gente le pedía su sudor para usarlo como combustible y ella solo los miraba y seguía su camino, sudando y esperando. Llegaba el momento y quemaba su cabello, después soportaba encantada y al final se tendía en la cama pálida y fría.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Estar despierto y estar dormido.
Estar atento y no confundido.

No causa confusión no tenerlo todo,
si causa desazón olvidarse lo que tenemos.

Yo te presto mi ojo izquierdo
para que no te quedes dormido.

¿Mañana me vendrás a despertar?

sábado, 24 de octubre de 2009

Lolita



Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un trayecto en tres etapas a través del paladar e impacta, en el tercero, en los dientes. Lo. Li. Ta.

Era Lo, Lo a secas, de mañana, con su metro cincuenta y una sola media. Era Lola en pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores sobre la línea punteada. Pero en mis brazos, era siempre Lolita.

Lolita (Vladimir Nabokov)

viernes, 17 de abril de 2009

 
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